Ella querÃa suspirar y deshacer su pasado, querÃa un nuevo amanecer sin perjuicios, querÃa creer en un porqué. Pero cogió su gastada chupa negra de la silla y registró despreocupadamente sus bolsillos, contenÃan unas cuantas monedas envueltas en un tiquet de compra, una goma gastada para el pelo y un mechero que a duras penas chispeaba. Pensativa echó una ojeada a la habitación en busca del paquete de tabaco y las llaves, pero recordó que el mechero no funcionaba y revolvió cajones hasta encontrar una vieja cajita de cerillas, "MOTEL 15 de junio" era lo único que le daba distinción a aquella desgastada cajita. El paquete de tabaco estaba en el bolsillo de un pantalón sucio, abrió el paquete y se llevó un cigarrillo a los labios, tras dos intentos nulos consiguió encenderlo con una cerilla, dejando que el ligero humo danzara ante su rostro desapareciendo sin más por la ventana.
Incomodada descansó un instante en las butacas de la ventana, fumándose pausadamente aquel rollito de despreocupación, con la mirada perdida en la inmensidad de las estrellas. O lo que quedaba de ellas, pues la luminosidad que desprendÃa aquella ciudad convertÃa en casi imposible poder vislumbrar estrella alguna. Recordaba las noches de infancia donde sus leales amigas eran brillantes y orgullosas estrellas, y el aroma a jazmÃn era el oxigeno de sus noches. Empezó a buscar la osa mayor, quizás porque era la única constelación que sabÃa reconocer, y a duras penas podÃa verla, pero sirvió para esbozar un pequeño destello de luz en su triste mirada.
Sin darse cuenta el cigarrillo se habÃa consumido, y tras una última calada lo apagó mientras vestÃa su chupa negra. Echó una última ojeada, las llaves seguÃan sin aparecer pero aquello no pareció importarle mucho, pues ya no servÃan de mucho unas llaves para un lugar al que no volverÃa. Se acercó a la puerta y se dispuso a abandonar aquel lugar cuando, por última vez, volvió sus ojos hacia su interior observando su último recuerdo, un cenicero lleno de colillas y el dulce aroma de su piel. Y cerró la puerta tras su mirada, pues no puedes suspirar y deshacer tu pasado, no puedes alcanzar un nuevo amanecer sin prejuicios y no puedes creer en un porqué que no existe. Pues él ya no volverá, pero si algún dÃa lo hiciera tú ya no estarás ahÃ.
A falta de coraje tengo palabras de corazón que hablan por mi razón, no busco compasión por aquello que no merece ni mención.