El llanto

12:41


Al reabrir los ojos topaste con un espejo, parecía reflejar a un hombre mayor pero por más que lo miraras eras incapaz de reconocerlo. Acariciándote la melena abandonaste aquel misterio sin esperanza, pero entonces el reflejo imitó exactamente tu gesto, brindándote la respuesta al misterioso enigma.. ¡eras tú!
Sorprendido empezaste a observar tu reflejo con más detenimiento, tus alocados rizos ahora escaseaban bajo el blanco de la vejez, y tu piel lisa se ocultaba tras las arrugas del pasado que, como raíces, se habían extendido a lo largo de tu rostro.

Tus ojos recorrían aquel nuevo reflejo deteniéndose en tus elegantes vestiduras. Vestías un exquisito smoking negro, que a pesar del anciano cuerpo que cubría, desprendía un destello de juventud. Justo en aquel instante alguien llamó a la puerta, asomando su voz tras ella - prepárese, pronto saldrá en escena - y se esfumó.

Seguías observando, quizás en busca de un porqué, pero solo reconocías lo que parecían ser las paredes de un camerino. Eras incapaz de entender aquellos acontecimientos, de ubicarte en aquel instante, de encontrarle un sentido.. Pero al abajar la cabeza allí estaban, unas partituras. Y un terrible impulso empezó a bombardear cada rincón de tu ser, ahogando hasta tu último suspiro.. Te invadía la necesidad de recoger ese pequeño tesoro de papel.
Tus ojos hambrientos, empezaron a devorar la primera hora, pero el desconcierto se apoderó de tu mirada al leer el título; "Concierto de violín nº 1, escrito por Alberto Herrero".

Eras incapaz de creer nada.. Los golpes en la puerta resonaron de nuevo por el camerino, y aquella voz familiar reapareció tras la puerta - ya es la hora -, y al instante obedeciste.
Al salir no eras capaz de creer lo que veías, era esa inconfundible vidriera con su espeluznante decoración.. ¡Estabas en el Palau de la Música Catalana!

Rápidamente giraste la mirada hacia el escenario, había una orquestra esperándote como un ejército dormido, aguardando a tu señal para estallar en combate. Y con decisión tu cuerpo avanzó hasta el atril. Colocaste tu preciado tesoro de papel, compuesto quizás por tu subconsciente, y cogiste la batuta.

Alzaste tus ojos celestes recorriendo uno a uno los rostros de tus músicos, premiándolos con una dulce sonrisa. Acto seguido miraste al concertino, y este al oboe el cual te ofreció un extenso laaaaa que te ayudó afinar tus prioridades.
Respiraste profundamente, dejando que el oxigeno recorriera hasta la última célula de tus pulmones, golpeaste tres veces y todo empezó.

Tus brazos se movían con fuerza, como el viento de una noche de verano ordena a las olas del mar lamer las orillas sin piedad. Tu preciosa melodía sobrevolaba al público como una gaviota adentrándose en el mar, recorría cada rincón de la sala uniendo cada latido del lugar en uno solo luchando contra el silencio, hasta acariciar el corazón de su propio creador..
Tras un extenso silencio, te giraste y el público atónito se levantó y premiándote con un gran estallido de aplausos, y tú respondiste con una majestuosa reverencia a tu pequeño gran ejército, a tus músicos.



No existe motivo para escribir hechos evidentes, reafirmarlos solo agudiza la incompeténcia.. y nosotros, amigo mío, no lo somos.

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4 miradas

  1. Siempre he pensado como sería vivir entre Bambalinas, crecer sin renunciar a lo que fuiste y seguir defendiendo con impétu aquello que compusiste cuando eras joven.

    Supongo que el tiempo pasa y pasa para todos pero quien tiene talento sabe que sobreviva al paso de los años de una forma asombrosa.

    Un saludo.

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  2. Increile!!!

    ahora sip que estoy al completo

    un beso Lili!!!

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  3. Hola me pasé por aquí a ver si había suerte y habías actualizado, bueno volveré en otro momento.

    Un saludo.

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