De nuevo el sol reaparece como una promesa inquebrantable. Y sentada en el acantilado, ella observa cómo bajo sus desnudos pies las angustiosas olas lamen las rocas al ritmo y fuerza del aire. El viento peina su pelo mostrándole un nuevo amanecer. Mientras, oye el jugueteo de las gaviotas con el aire, y entonces la pregunta ¿Y si pudiera volar? empieza a bombardear su mente, como granadas, sin cesar.
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